La crisis actual del COVID-19 está suponiendo un enorme reto para la sociedad en su conjunto, y para el sistema de salud y sus profesionales en particular. Más allá de la respuesta ofrecida a los casos agudos en esta primera oleada, preocupa sobremanera lo que puede acontecer a corto, medio y largo plazo. Nos enfrentamos a diversos escenarios sobre los que no tenemos hoy en día una guía adecuada de funcionamiento. Carecemos de evidencias, y sin embargo, sí que podemos apuntar algunos desafíos que nos obligarán a ofrecer soluciones concretas.
El primero de ellos concierne a la gran cantidad de profesionales infectados por el virus, sin parangón en otro país. Y también a la preocupación que la propia infección genera en la población a la hora de relacionarse con el sistema sanitario. Sin embargo, es necesario tener presente las siguientes oleadas de pacientes que están por venir: enfermos urgentes no-COVID-19 demorados por la restricción de recursos, pacientes crónicos no seguidos adecuadamente durante la crisis, o los efectos socioeconómicos de la propia pandemia sobre la población.
Por lo tanto, nos encontramos en una encrucijada en la que por un lado vamos a tener una demanda de atención elevada y sostenida en el tiempo, y por otro, difícilmente vamos a poder mantener la misma organización de la asistencia que disfrutábamos hasta el momento. Aparecen oportunidades de mejora, y es muy probable que la tecnología nos ofrezca un buen número de soluciones. Parece llegado el momento de implementar decididamente la eSalud: por ejemplo, utilizar ampliamente la telemedicina y la dispensación domiciliaria de medicamentos, aprovechar los sistemas de información para predecir acontecimientos y priorizar y anticipar los recursos, monitorizar el estado de salud por medio de los smartphones o ajustar las visitas médicas a las necesidades reales del paciente, y no a un calendario prefijado de antemano. Y aparecen desafíos interesantes como la formación a distancia o el futuro de los congresos, o las relaciones de la industria farmacéutica con los profesionales.
Para reflexionar sobre todos estos puntos contamos con un panel de líderes de opinión excelente, y diverso en cuanto a sus respectivas áreas de conocimiento. Gerardo Cajaraville, jefe de Farmacia del Hospital Onkologikoa Fundazioa de Guipúzcoa; Angel Luis Guerrero, Neurólogo, Coordinador de Unidad de Cefaleas y Grupo de Investigación en Cefaleas del Hospital Universitario Valladolid; Maria Victoria Mateos, Hematóloga en el Departamento de Hematología del Complejo Asistencial Universitario de Salamanca e Instituto Biosanitarío de Salamanca (CAUSA/IBSAL); y Fernando Rivera, Jefe de Servicio de Oncología Médica del Hospital Universitario Marqués Valdecilla (Santander), junto con la participación de Luis Lizán, director de Outcomes’10.